Acoso, espionaje, evasión fiscal… Todo por lo que el CEO de Uber deja su cargo

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Acusaciones de acoso sexual. De espionaje industrial. De discriminación. Sumados a los ya clásicos conflictos con los taxistas de toda la vida y la elusión fiscal. En resumen: 2017 no está siendo el año de Uber.

Si desde su fundación la empresa de transporte entre particulares no ha parado de crecer, convirtiéndose en una fuerza a tener en cuenta en cada país que entra, con una valoración mundial de 69.000 millones de dólares; esta rápida expansión ha arrastrado una serie de problemas que han acabado detonando. Tanto que Travis Kalanick, el primer ejecutivo de la empresa, acaba de anunciar que deja temporalmente su puesto ¿La excusa o el motivo? La reciente muerte de su madre. Mientras tanto, a Emil Michael, su mano derecha, le han cortado la cabeza por la acumulación de escándalos. Y por si fuera poco, también han despedido a más de 20 empleados.

Pero el gran problema de Uber, el que propició que el Consejo de Administración encargase una auditoría interna a Eric Holder, antiguo fiscal general de EE UU durante el mandato de Barack Obama, fue un post en un blog titulado Reflecting on one very, very strange year at Uber.  Su autora es una ingeniera llamada Susan Fowler, y como su propio título indica, refleja un año bastante extraño en Uber. Tanto que este domingo, cuando Holder presentó sus conclusiones, el consejo de Administración las aprobó todas y recomendó el despido de Emil Michael.

Según el relato de Fowler, su jefe directo, nada más entrar ella en la empresa, intentó llevarla a la cama. “Me dijo que estaba en una relación abierta pero que mientras su novia tenía facilidad para encontrar nuevos compañeros, él no”. Todo a través del chat corporativo “Estaba claro que quería acostarse conmigo”. Temiéndose lo peor, Fowler tomó unos pantallazos de la conversación y fue al departamento de recursos humanos, donde le dijeron que su acosador era un alto ejecutivo muy eficiente y que era mejor dejarlo estar. También que tuviera cuidado con ir denunciado el caso. Otras compañeras le relataron que habían pasado por situaciones similares.

No es un caso único. Perkins Coie, una firma de abogados, realizó otra investigación sobre 215 quejas contra la compañía, que incluían acoso sexual, discriminación, comportamiento poco profesional, bullying o amenazas físicas. El resultado de estas investigaciones que que la semana pasada la compañia anunció que despedía a 20 personas, obligaba a otras 31 a acudir a cursos de sensibilización, mandaba últimas advertencias a siete empleados y ponía a 57 en revisión. Hay que decir que Uber tiene 12.000 trabajadores.

Pero el capital humano de Uber no es su único quebradero de cabeza. El pasado mes de febrero, Alphabet, la matriz de Google, denunció a Uber por robo de la tecnología. Según el buscador, Anthony Levandowski, líder del desarrollo del coche sin conductor de Google, se llevó 14.000 documentos confidenciales cuando dejó la empresa. Estos le sirvieron para fundar Otto, una compañía de camiones autónomos que compró Uber. Levandowski fue contratado como director de la unidad de tecnologías avanzadas hasta que fue denunciado por Google y despedido por Uber.

Además, diversos altos ejecutivos han dimitido o sido despedidos. La mayoría, como Jeff Jones, dejaron su cargo por “diferencias en la cultura empresarial”. Pero hay uno, Eric Alexander que, fue despedido como jefe de negocio en India tras sospechar de que una mujer víctima de la violación de un conductor mentía. Así que encargó su propia investigación, consiguió los registros médicos y se los fue enseñando a varios ejecutivos, incluido el CEO Travis Kalanick.

Kalanick tampoco es que haya sido un valor al alza para Uber. Aunque los analistas valoran que la enorme expansión de la empresa no hubiese sido posible sin su estilo agresivo e improvisación, consideran que ahora es más una rémora que un activo, y el epítome de la cultura del macho dominante ganador que impera en Silicon Valley. En los últimos meses se le ha visto una discusión muy encendida con un conductor sobre el modelo de negocio en la que se despide diciéndole que “alguna gente no le gusta asumir las responsabilidades sobre su propia mierda”. En otra ocasión había mandado un mensaje a los conductores anunciándoles que en cuanto el coche autónomo estuviese operativo, dejarían de ser necesarios.

Ya en el plano legal, Uber tampoco está tranquila. Está siendo investigada en EE UU por haber suministrado a sus conductores un software que les permitía detectar donde estaba la policía para poder evitarla en las ciudades donde tienen prohibido trabajar. En los países donde entra por primera vez, los taxis tradicionales se enfadan por competencia desleal y, en Europa, el Tribunal de Justicia de la UE determinó que Uber es una empresa de transporte, no de tecnología, y por lo tanto tiene que cumplir con las mismas regulaciones que las empresas de taxis.

En el plano fiscal, como cualquier empresa tecnológica, se sabe que practica la elusión de impuestos. Usando como ejemplo España, donde acaba de presentar sus cuentas del año fiscal 2017 al Registro Mercantil, ingresaron 1,26 millones de euros, con 60.000 euros de beneficios netos y 30.000 de impuestos. La parte del león de los ingresos y beneficios los percibe en Holanda, un país con una fiscalidad muy favorable. Algo no ilegal, pero muy mal visto.

Ya en 2015 Fortune explicó muy bien esta técnica del doble holandés, que básicamente consiste en crear dos empresas en Holanda, una que recibe los beneficios y otra que licencia la tecnología. La primera paga un royalty por el uso de la tecnología a la segunda, un pago que en Holanda está exento de tasas. Ese royaltie se come todos los beneficios, por lo que se tributa un impuesto ridículo.

El sonido de los escándalos es tan fuerte que Kalanick, antes indiscutido líder, está en la cuerda floja. Rumores de que el Consejo de Administración quería apartarlo del cargo llevan sonando meses. Pero como en Facebook y otras empresas de tecnología, Kalanick tiene un importante paquete de acciones de la empresa, lo que complica alejarle de la silla de mando.

Revista Vanity Fair

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