Buses y taxis testan un sistema de conexión con los semáforos para mejorar el tráfico
— 11 julio, 2016Hasta el último trimestre de este año no se conocerán las conclusiones del estudio piloto que desarrolla el Centro Tecnológico de Automoción de Galicia (CTAG), en el que participa el Concello de Vigo con el fin de mejorar el tráfico en la ciudad, pero ya se pueden anticipar algunos resultados. Los principales son que los conductores de los vehículos que han tomado parte en la prueba conducen de forma más suave, con menos acelerones y frenazos y, por consiguiente, consumen menos combustible y contaminan menos.
El sistema es sencillo: se equipan coches y semáforos con sendos dispositivos de comunicación que les permiten mantener un diálogo constante. Así, el automovilista conoce en tiempo real el momento exacto en el que el semáforo abre o cierra, sabe si a la distancia que se encuentra y a la velocidad que lleva le dará tiempo a cruzarlo en verde y, de no ser así, poder frenar con suficiente antelación.
Francisco Sánchez, director del departamento de electrónica del CTAG, explica que en principio han centrado el trabajo en las intersecciones de calles, por ser enclaves especialmente importantes en las ciudades. También se puede tener información de si una calle está cortada, si hay obras o si se ha producido un accidente.
En la prueba piloto participan una veintena de autobuses urbanos, 10 taxis y otros 10 vehículos privados, además de algunos coches de policía y dos ambulancias. «Los taxistas nos han transmitido que están encantados», asegura Francisco Sánchez.
El estudio forma parte de un proyecto internacional mucho más amplio, el Compass4D, en el que están implicadas otras seis ciudades europeas además de Vigo: Burdeos, Copenhague, Helmond, Newcastle, Verona y Tesalónica. El consorcio aglutina asimismo a empresas, universidades y centros de investigación.
Socios
En el caso de Vigo, junto al Concello y al CTAG comparten iniciativa Vitrasa y la empresa que gestiona la red semafórica, Esycsa. Se ha sumado asimismo la Dirección General de Tráfico, ya que el escenario inicial de pruebas fue creciendo a medida que iba avanzando el proyecto, que arrancó en el año 2013.
Los dispositivos semafóricos empezaron implantándose en la avenida de Madrid y Gran Vía, pero el despliegue ha llegado a alcanzar los 20 kilómetros que incluyen Beiramar, Bouzas y un tramo de la VG-20.
Entre los servicios cooperativos de sistemas de transporte inteligentes que promueve el Compass4D está el aviso de colisión. Señales acústicas y visuales alertan al conductor cuando se aproxima a una situación de peligro inminente, como puede ser, entre otras cuestiones, una retención inesperada.
El proyecto para las siete ciudades cuenta con un presupuesto de 10 millones de euros, de los que la mitad corren a cargo de Bruselas, en tanto la otra mitad la aportan los socios.
A punto de presentar resultados en la línea de lo esperado, e incluso mejores en el caso de las emisiones y el ahorro de combustible, el siguiente paso será involucrar a los fabricantes de coches. Francisco Sánchez explica que, a la postre, depende de ellos apostar o no por la implantación en serie de los equipos que, dice, son baratos comparados con las prestaciones que pueden ofrecer. El responsable de electrónica del CTAG está convencido de que si la incorporación no es inminente es porque en este momento está en discusión qué tecnología estándar de las que se están probando va a triunfar.
Lo cierto, añade, es que mientras las empresas constructoras de vehículos no den el paso al frente, las administraciones tampoco se van a gastar el dinero en instalar la tecnología en carreteras y semáforos. El coste tampoco será un problema en este caso, sobre todo si se compara con el presupuesto que hay que habilitar para construir un kilómetro de vial.
Beneficio
Aunque no está cuantificado el ahorro que puede suponer en combustible, la estimación es que se sitúe en torno al 10 %, un porcentaje considerable para un particular, pero especialmente significativo en el caso de un operador de transportes. «Aunque fuera solo un recorte de un 3 % o un 4 % del consumo, en una flota de autobuses ya sería un dineral», señala Sánchez, que subraya que de todas formas, hacer caso a los dispositivos para lograr ese ahorro está en las manos del conductor, que siempre tendrá la libertad para hacer lo que crea más conveniente, al margen de los avisos que vaya recibiendo en el panel.
Una red de 120 kilómetros prueba la eficacia de la información
La tecnología vinculada a la automoción tiene pocos secretos para el Centro de Tecnológico de Automoción de Galicia (CTAG), que, desde O Porriño, se ha convertido no solo en referencia en Europa, sino que forma parte de la selecta lista de los mejores del mundo.
Conseguir que los coches se comuniquen con los semáforos ha sido sencillo si se compara con algunos de sus proyectos anteriores. Por ejemplo, el Siscoga, en el que contó con la colaboración de la Dirección General de Tráfico. El objetivo era lograr un perfecto intercambio de comunicación entre el vehículo y la carretera. El entendimiento se logró instalando un tendido de unidades de comunicación conectadas con la red de fibra óptica de la DGT y desplegadas en 60 kilómetros de la A-52, la AP-9 y la A-55. El proyecto creció hasta abarcar un total de 120 kilómetros. «La tecnología tiene que estar en el coche, pero también en la carretera», afirma Francisco Sánchez, responsable de electrónica del CTAG, que añade que es muy importante que la información se produzca en tiempo real, que se envíe en milisegundos.
La prueba piloto demostró que los conductores que tienen información conducen mejor. Los coches equipados informan desde un banco de niebla a unos pocos kilómetros hasta si hay un atasco, unas obras o un accidente.
Una vez conseguido que los coches hablen con la carretera, el siguiente paso será conseguir que se comuniquen con el resto de los automóviles que circulan por el vial.