Los taxistas de Fisterra y Muxía se revelan contra la piratería laboral.

Los taxistas de Fisterra y Muxía se revelan contra la piratería laboral.

Denuncian precariedad, intrusismo y vulneración de las normas entre ellos mismos

La población de Fisterra y Muxía difícilmente da para mantener ocho licencias de taxi en un caso y nueve en el otro. El negocio de estos profesionales, cuando realmente hacen el dinero que les cuadra los resultados anuales, es el verano con los peregrinos y turistas.

peregrinos fisterra

Sin embargo, ven como el pastel se lo llevan otros: particulares que actúan al margen de la ley, empresas turísticas con furgonetas para rutas, hosteleros o taxistas de otras localidades, además de los jubilados del mismo pueblo. Incluso reconocen que entre ellos no siempre se respetan las normas internas, como tiempos de guardia o presencia en las paradas, con lo que todo el sector está inmerso en una situación conflictiva, que genera mal ambiente y convierte largas jornadas de trabajo en un fracaso económico.

taximuxia

El presidente del colectivo en Muxía, José Quintáns, relata como ven pasar «furgonetas cargadas todos os días», mientras ellos están en la parada «coas mans nos petos». «O peor é que sabes quen son e non podes facer nada, porque nós tampouco imos estar perseguindo a ninguén. Ten que poñer man nisto quen a ten que poñer», señala en alusión al Concello y sobre todo a la Guardia Civil de Tráfico, que cree que podría cortar las ilegalidades con los debidos controles en la localidad.

Al margen de los que actúan sin siquiera una tarjeta de transporte, Quintáns y sus compañeros denuncian que hay quien en el propio colectivo «vai polas casas xuntando a catro ou cinco para levalos á Coruña, repárteos polos sitios e tráeos de volta. Gañará para o gasóleo, pero acaba co choio», se quejan. Además, están los que tiran los precios por debajo de la tarifa o los que «ao xubilarse, en vez de comprar un coche de catro prazas compran un de sete». De ahí que, como opina uno de estos profesionales, lo que hacía falta «é un inspección de traballo en condicións, a nós tamén, mirando as tarxetas e todo, porque ao final estamos aquí pagando impostos como os parvos para que o traballo o leven outros».

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En Fisterra, según describen los taxistas consultados, que pidieron la reserva de su identidad, «porque somos todos veciños e tampouco queremos problemas», la situación es muy parecida. Dicen que los taxis, y los que no lo son, de fuera van a los albergues a buscar peregrinos para llevarlos a Santiago, Cee y otras localidades. También ven furgonetas turísticas en esas mismas rutas e incluso como funciona el negocio de las mochilas que no viajan con su propietario.

«Para iso deberían ter un permiso de paquetería, porque eu agora collo unha mochila, que leva dentro un quilo de merda [droga] e quen se fai cargo diso», resalta uno de los profesionales, que se muestra crítico con los competidores desleales, «que as malas tamén son taxistas e pagan os seus impostos», pero sobre todo con quien piensa que «con por detrás unha pegatina de SP xa vale todo»./

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