
María Pedreira Castro, vecina de Estramil, heredó de su padre el amor por la caza y, ahora, el trabajo de taxista. En ambos casos es una pionera. En lo primero, porque no hay más mujeres cazadoras en la Costa da Morte (federadas, al menos, que es requisito obligatorio). Y muy pocas en Galicia.
Con el taxi comenzó en mayo del año pasado. Su padre se jubilaba, y decidió dar el paso. Influyó mucho el hecho de que, si no se activaba la licencia, la perderían, así se animó, se dio de alta, y ahí está, en la parada. En este caso no se puede decir que sea una pionera (ya son unas cuantas taxistas desde hace más de 20 años en la zoan), pero habría que analizar en detalle las edades para encontrar alguna que empezase tan joven, con apenas 23 años. Y, sobre todo, trabajando las 24 horas. Obviamente, no de manera ininterrumpida, pero sí que atiende siempre las llamadas. Y trabaja especialmente por la noche los fines de semana. El factor edad le permite conocer a muchos jóvenes que requieren sus servicios para desplazarse las jornadas de marcha.
Pese a la dureza de horarios y de exigencia de este trabajo, no se arrepiente. Al contrario: «Gústame ser taxista», explica. Trabaja sobre todo por A Laracha y Bergantiños. A veces le sale algún desplazamiento lejano, pero tampoco la atemorizan las distancias. No es que descanse mucho, porque en estos ocho meses de carretera ya ha hecho 50.000 kilómetros. Los hace en su Peugeot 407, pero para el mes de abril aguarda que le llegue su nuevo vehículo «de alta gama», que prefiere no detallar hasta que lo tenga en sus manos.
Hay clientes que se sorprenden al verla. «Algúns asómbranse de que sexa tan nova e estea conducindo ese vehículo. ‘¿Que fai unha rapaza tan nova de taxista?’, dinme algúns», explica, entre risas. O que dudan si tiene el carné. Influye en la actitud la falta de costumbre e incluso que, por apariencia, se le pueden echar menos años de los que en realidad tiene. Ella ya está acostumbrada y no le importa. Al final, no hay problemas. «Respétanme, todo vai bastante ben», resume. En A Laracha hay más conductoras del taxi: una que trabaja por la mañana, y su madre.
Además de su trabajo, continúa con su formación. Le queda una asignatura para terminar el ciclo superior de eficiencia energética y energía solar térmica. Una apuesta de futuro de cara a la implantación de las nuevas tecnologías, pero de momento el suyo pasa por hacer muchos kilómetros en las carreteras de la zona.
Fuente: La Voz de Galicia