Los taxis de Bilbao prescinden de las mamparas

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Los taxistas bilbainos guardan el año 2005 con un crespón negro en la memoria. La muerte de un compañero, degollado a manos de un cliente en San Adrián, meses después de que acuchillaran a otro, que logró sobrevivir, en Matiko, golpeó duramente al sector. A raíz de tan trágico suceso, el Ayuntamiento de Bilbao subvencionó por motivos de seguridad la colocación de mamparas a razón de 500 euros por coche. Casi la mitad de la flota, compuesta por 774 taxis, las instaló. A día de hoy, sin embargo, apenas la mantienen el 3%, un porcentaje similar al del resto de Bizkaia. El presidente de la Federación Vasca del Taxi, Borja Musons, apunta a la falta de ayudas, la incompatibilidad con el airbag de cortina y la incomodidad para el cliente como las principales causas de su desaparición.

Algunos taxistas aún protegen sus espaldas con mamparas, pero son los menos. La mayoría se han ido quedando por el camino y el bolsillo ha tenido mucho que ver en ello. Según explica Musons, el Ayuntamiento “subvencionaba la primera mampara que se ponía, pero si cambiabas de coche, para la segunda ya no había ningún tipo de ayuda. Eso hizo que la gente dejase de ponerlas porque son muy caras y son específicas para cada modelo. Hay que hacerlas a medida”.

Sobre 2008, recuerda, dejaron de concederse los 500 euros de subvención con los que los profesionales hacían frente a la mitad del coste de este sistema de seguridad, valorado entre los 700 y 1.500 euros aproximadamente. “A medida que se fueron dejando de dar subvenciones han ido quedando los coches que tenían la mampara y han ido poco a poco desapareciendo”, reitera el representante de los taxistas vascos.

Solo se pone en gamas bajas Paradójicamente lo que se demandó de forma generalizada como una medida de seguridad terminó chocando con otra, el airbag de cortina, situado entre las dos puertas de muchos vehículos. “En caso de accidente puede explotar el airbag o puede romper la mampara y salir astillas por dentro del habitáculo con el peligro que ello conlleva”, advierte. La solución, desactivar esos airbags, aunque los fabricantes no están por la labor. “Estamos hablando de desconectar un sistema de seguridad de un vehículo que ha pasado una homologación. Nos tiene que permitir el fabricante desactivarlo y son muy reacios, prácticamente ninguno accede. Por lo tanto, en esos coches no se pueden montar mamparas”, concluye. Sí pueden instalarse, en cambio, “en algunos modelos de gamas muy bajas, pero va en detrimento del servicio”, señala.

Las mamparas, en la práctica, presentan otros “muchos inconvenientes”, como “la falta de comunicación entre el conductor y el viajero o que el aire acondicionado o la calefacción no llegan bien al cliente”. Además, “son difíciles de limpiar y obstaculizan muchísimo”, aduce Musons, quien no las considera “la mejor solución”. “Se han llegado a poner mamparas eléctricas que subían y bajaban, pero tienen muchas desventajas, sobre todo para el viajero, al que al final llevas como en un recinto de carga”, compara.

Agresiones por la ventanilla Por si fuera poco con toda esa sarta de “incomodidades”, la mampara no sirvió, dice, para evitar posteriores ataques. “No ha habido ningún homicidio, pero sí agresiones muy duras a través de la ventanilla del conductor, aunque no aquí”, aclara. Las registradas en Bizkaia, comenta, no suelen trascender. “Los robos sí pueden llegar a ser con arma blanca y todos los años le pegan a algún taxista porque hay gente que va muy pasada, pero por regla general lo solucionamos en el momento. La mayoría de taxistas llevan muchos años, tienen mano izquierda y huyen de las agresiones”, explica.

Hay ocasiones, reconoce, en las que ni siquiera dan parte porque “no tenemos sensación de que sirva para algo”. “El chico que mató a un compañero ya está en la calle haciendo su vida. Entonces, ¿cómo nos quedamos nosotros? Vemos que tampoco la ley es muy contundente y con los robos no siempre se ponen denuncias. A veces le roban a uno y dice: Encima voy a perder el tiempo en la Policía”, cuenta Musons.

Deia

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