Mujeres taxistas se movilizan para denunciar el acoso sexual que viven al volante
— 2 febrero, 2024Ante el suceso que tuvo que vivir una taxista en Barcelona, que tuvo que echar a un cliente que se estaba masturbando en su vehículo, las mujeres taxistas han querido alzar la voz
En los últimos días, ha dado mucho de que hablar el caso de una taxista que el sábado denunció a un pasajero por masturbarse dentro de su vehículo en Barcelona. La víctima es Auri, una mujer que lleva 15 años trabajando como conductora y que contaba con un sistema de videovigilancia en el coche -a pesar de que la normativa no lo permite-. Las imágenes corrieron como la pólvora y, gracias a ello, las autoridades se apresurasen para convocar una reunión para este mismo jueves, en la que se abordarán posibles medidas de seguridad para las taxistas catalanas. Además de la respuesta institucional, este desagradable suceso ha movilizado también al resto de mujeres taxistas de Barcelona, a quienes esta noticia no ha pillado por sorpresa; y es que a menudo se encuentran con este tipo de situaciones de acoso por parte de sus clientes. EL PERIÓDICO ha hablado con cinco de ellas, quienes han relatado sus experiencias y subrayado que quieren que se les permita instalar cámaras legalmente, para su propia defensa y también para la de los usuarios.
«Cuando me di cuenta, se estaba masturbando»
Auri jamás olvidará la situación en la que tuvo que verse envuelta el pasado sábado por la mañana. «Eran las ocho de la mañana. Recogí a un chico de unos 27 años muy bien vestido en la calle Numancia y lo llevé a un hotel de la calle Sepúlveda. Era una carrera corta, de unos siete euros. Cuando fui a darle el cambio, me di la vuelta y lo vi masturbándose. En ese momento, le recriminé su actitud y él se hizo un poco el loco. Me sentí muy violentada. Es una sensación muy desagradable y hace que ya no trabaje de la misma manera. Ahora, cuando estoy en el taxi, echo el sillón para delante, miro a los clientes de reojo… Es la inseguridad que te crea”, explica la mujer en declaraciones a este diario.
Una de sus compañeras, Helena, se vio envuelta en la misma situación recientemente: «Estaba trabajando, llevando a un hombre y, cuando me di cuenta, se estaba masturbando«. En este caso, era de noche y Helena no se sentía segura para detener el vehículo al momento: «Eran las cinco de la mañana, no había nadie por la calle. No me atrevía a frenar y bajar, porque no sabía qué me podría hacer él. No fue hasta dos o tres minutos después que pude parar el coche. Me sentí muy indefensa. Es una situación muy desagradable», lamenta.
Además de esta mala experiencia, también le han pasado otras en las que los clientes han tenido contacto físico directo con ella sin su consentimiento: «Una vez, en pleno día, un cliente me tocó el pecho. En otra ocasión, otro chico me cogió la cara para darme un beso… Son situaciones que te van pasando y te sientes muy vulnerable, porque estás en un espacio cerrado y no tienes manera de intimidarles», cuenta.
«Me agarró una teta y me la apretó»
Luz González es taxista desde hace 37 años. «Toda una vida», como ella misma dice, en la que le han pasado «muchas cosas desagradables». Por poner solo algunos ejemplos, relata los siguientes: «Me han hecho proposiciones sexuales innumerables veces, preguntarme cuánto cobro y decirme que ‘por un ratito’ me pagan el doble de lo que gano en un día; otro cliente me agarró de la teta y me la apretó; en más de una ocasión he encontrado parejas practicando sexo oral en los asientos traseros… Te sientes casi violada, indefensa«, describe.
En la misma línea, Marian Rivera, taxista en Barcelona desde hace 17 años, expresa que las mujeres taxistas «necesitamos más ayuda» ante sucesos que van más allá de los robos que puede sufrir cualquier taxista, hombre o mujer, y que invaden la intimidad de las conductoras. «En una ocasión, se me subió un cliente, empezó a hablarme, a preguntar mi nombre, le respondí que soy ‘la señora taxista’, empezó a insistir, se cambió de asiento para ponerse detrás de mí, puso sus brazos en mis hombros y me tocó el pecho. En ese momento, no tenía ningún tipo de recurso porque iba sola en mi coche y con ese energúmeno detrás«, recuerda. Marian subraya que estas situaciones son diferentes de los atracos, que son más evidentes y fáciles de detectar, por lo que «los compañeros, cuando lo ven, se paran y te ayudan». En los casos de acoso sexual, en cambio, lo que sucede «queda muy disimulado dentro del taxi y no puedes defenderte«, explica.
En referencia a lo que le ha ocurrido este fin de semana a su compañera Auri, Marian lo tacha de «trato denigrante» y muestra el apoyo total por parte de todas las taxistas de la ciudad: «Yo ya se lo he dicho: ella estaba sola en aquél momento, pero desde que nos hemos enterado nos tiene a todas unidas, porque esto no puede volver a pasar«.
«Cuando salgo a trabajar, a veces salgo muy tensa porque te ves involucrada en situaciones que tú esperas y, en el tú a tú dentro del taxi, te sientes indefensa. Tienes que ir analizando y mirando las 24 horas… Ostia, ¿yo tengo que salir a trabajar e ir todo el rato en tensión?», se pregunta Silvia, quien lleva nueve años en la profesión en la capital catalana.
«¿Tienen que matar a alguien para que nos dejen llevar cámara?»
«Yo quiero salir a trabajar sin miedo, hoy en día no puedo. A las mujeres siempre nos suceden cosas», manifiesta Miriam, quien lleva 20 años ejerciendo de taxista en Barcelona. «Te dicen: ‘te pago la carrera y te subes a casa conmigo‘, te acosan, te roban. Tenemos miedo a trabajar de noche, porque no sabemos qué nos vamos a encontrar», dice.
Por este motivo, la mujer, al igual que sus compañeras, reivindica el uso de las cámaras de videovigilancia para su propia seguridad y para la de los usuarios, y lanza un mensaje directo al Área Metropolitana de Barcelona (AMB), que gestiona el ámbito del taxi: «Nos pasan muchas cosas. Y yo me pregunto, señores del AMB: ¿Tienen que violar a alguien? ¿Tienen que matar a alguien para que nos permitan llevar la cámara?«. Mientras no llegue la norma, ella tiene claro que continuará utilizando la que ella misma ha instalado en su vehículo: «Prefiero pagar una multa, pero estar más segura llevando una cámara», asegura.
El Periódico