El papel lo aguanta todo
— 19 marzo, 2018Ubicación de las paradas de taxi y su buen funcionamiento.
Pablo Fernández · Miembro de la Junta de Agrupació Taxi Companys (ATC)
Cuando los responsables de la Administración municipal proyectan desde sus oficinas y plasman sobre un plano urbano propuestas relativas a los servicios de la ciudad: mobiliario urbano, paradas de taxi, carril-bici, paradas de autobús, contenedores de basura, etc., imaginan que el resultado será una ciudad perfectamente armonizada y sincronizada. Pero no siempre es así; la calle, a menudo, funciona con una lógica distinta a la de los despachos, tiene vida propia. La realidad es tozuda y se acaba imponiendo.
Veamos concretamente el caso de las paradas de taxi. Últimamente se observa que la lógica utilizada para decidir su ubicación va en contra de su buen funcionamiento. Unas veces porque se decide su desaparición, otras por un cambio de ubicación o por una reducción del espacio de esta. El caso es que, frecuentemente, nos encontramos con que paradas de taxi consolidadas, que proporcionaban un excelente servicio a los usuarios de la zona, pierden eficacia o tienen dificultades para desarrollar su función satisfactoriamente debido a cambios, a menudo inexplicables, en los que no se han tenido en cuenta los elementos que determinan la dinámica de “esa” zona concreta.
Ejemplos se pueden encontrar a decenas: falta de planificación en los históricos cambios de ubicación de clínicas privadas tan importantes como Quirón, Dexeus e incluso Teknon, en los que originalmente ni siquiera se contemplaba la existencia de paradas de taxi en los accesos principales (aunque, posteriormente y después de exigirlo, poco a poco se fueron ubicando en lugares adecuados); mala ubicación de estas en grandes hospitales como el de la Vall d’Hebron, donde la parada cada vez se encuentra más lejos de la salida; desaparición de paradas históricas en ambulatorios, plazas, zonas monumentales y de gran afluencia e interés turístico (hospital de Sant Pau, templo de la Sagrada Família/calle Marina) o su traslado a lugares menos adecuados. A menudo parece que se da más prioridad al emplazamiento de contenedores de basura, carriles-bici, supuestos elementos de seguridad, etc., que a la primera buena opción de ubicación de una parada de taxi, y no es sino después de una alerta y/o una negociación que, en algunos casos, se consigue reconducir y mejorar su situación.
Porque, no nos engañemos, para dar un buen servicio las paradas de taxi han de situarse en el lugar idóneo, al lado de un “paso de peatones”, sin contenedores en la cabecera que dificulten su visibilidad, en zonas que permitan iniciar trayectos hacia distintas direcciones, fácilmente. Si no es así, solo funcionan sobre el papel, pero la realidad es otra bien distinta.
Actualmente se han puesto en marcha, a modo de prueba, algunas “microparadas” de taxi en el centro de l’Eixample izquierdo de Barcelona, unas mejor ubicadas que otras. En este caso su poca visibilidad de cara a los usuarios puede ser lo que genere dificultades, puesto que están situadas en chaflanes, compartiendo espacio con zonas de carga y descarga. En todo caso habrá que ver cómo se desarrolla esta «prueba piloto» para disponer de elementos que permitan una valoración adecuada.
Resumiendo, la ubicación de las paradas de taxi no es una cuestión baladí, puesto que de ello depende facilitar o dificultar la eficacia de este servicio. Para ello hay que tener en cuenta ciertos requisitos (accesibilidad, visibilidad, versatilidad, flexibilidad…) y a la vez hacerlos compatibles con las exigencias de una gran urbe. Es a la Administración municipal a quién corresponde armonizar tanto las necesidades y requerimientos urbanísticos como los de los distintos colectivos que transitan por la ciudad (peatones, ciclistas, motoristas, automovilistas) desplazándose a pie, en transporte privado (coche, bicicleta, moto…) o en transporte público (autobús, tranvía, taxi). Considerando al sector del taxi como un servicio público de transporte, es legítimo pensar que la Administración competente debe velar para que las paradas de taxi reúnan las condiciones más idóneas para prestar un buen servicio a los ciudadanos. Para ello, los diferentes departamentos de la Administración (movilidad, IMET, urbanismo) deberían reunirse con antelación a cualquier actuación para coordinarse, valorar los distintos factores a tener en cuenta y prever el resultado y los posibles efectos adversos de estos.