El Ayuntamiento de Madrid ha aprobado la modificación de la Ordenanza Reguladora del Taxi que incorporará «una serie de requisitos ambientales» para «mejorar la calidad del aire» de la ciudad y sea «más respetuoso» con el medio ambiente.

Esta modificación ha sido aprobada por unanimidad por todos los grupos municipales en el Pleno y obligará a que los taxis adquiridos a partir del 1 de enero de 2018 sean no contaminantes, con excepción de los eurotaxis por la limitada oferta.

La delegada del Área de Gobierno de Medioambiente y Movilidad, Inés Sabanés, ha asegurado que esta modificación regula de forma «clara y transparente» el servicio de taxi que la ciudad «necesita» y ha asegurado que «pondrán las bases» para el futuro.

«Caminamos a la progresiva modernización del sector, que hará que sea un servicio más seguro, más competitivo y más sostenible», ha insistido.

Sabanés ha indicado que la elección del vehículo «será libre» pero deberá cumplir con requisitos y ha agregado que la clasificación del distintivo medioambiental se realizará de acuerdo con el registro de la DGT.

En Madrid circulan alrededor de 15.700 taxis y cada año se renuevan de media 2.500 por lo que a corto plazo se renovará la flota, según los cálculos del Gobierno municipal.

En la comisión de Medio Ambiente y Movilidad celebrada del pasado día 25 se estimó que para que los taxistas puedan adquirir vehículos de bajas emisiones (etiquetas Cero emisiones o ECO) las ayudas al sector ascenderán a 5 millones de euros el próximo año, un 233 % más que las ayudas de 2017, de 1,5 millones.

Podrán acogerse a estas ayudas los propietarios de licencias de taxi que hayan adquirido un vehículo de bajas emisiones después del 29 de junio de 2017, fecha en la que se cerró el plazo para solicitar las ayudas de 2017, y hasta que finalice el plazo de la convocatoria de 2018.

Incentivar la renovación de los taxis a través de subvenciones es una de las medidas contenidas en el Plan A de calidad, que pretende reducir las emisiones de dióxido de nitrógeno de la capital.

La Vanguardia