Se vuelve a poner en duda la mascarilla obligatoria en los taxis y el transporte público

La obligatoriedad en transportes como taxis y autobuses genera debate sobre su utilidad y es un «engorro» para muchos

Fue en abril cuando la mascarilla dejó de ser obligatoria tras casi dos años de pandemia en España, salvo para sitios concretos: transporte público, centros sanitarios y servicios sociosanitarios. Después de estos meses, poco a poco la protección ha desaparecido de la rutina diaria y apenas se ven tapabocas por la calle, en el trabajo (no del sector sanitario), en la hostelería, en conciertos, centros comerciales… Lo que hace que mucha gente se vea en serios problemas cuando, ocasionalmente, va a coger el tren y descubre que no lleva encima una mascarilla. Si se entra a una farmacia, la solución es fácil: se compra una.

Pero no sucede así en el transporte, cuyos usuarios ocasionales reconocen que es un engorro y muchos cuestionan hasta qué punto es útil ponerse la mascarilla para subir al bus o al tren cuando hay lugares más concurridos e incluso cerrados en los que no se lleva. Con todo, hay quienes opinan que cualquier protección es buena, mientras que otros defienden sensatez en su uso –cuando uno lo crea necesario, bien porque está enfermo, bien porque teme por su salud– al margen de leyes.

El debate se ha puesto de actualidad tras la decisión del Gobierno de España de días atrás de retirar la obligatoriedad en los aeropuertos, que no en los aviones, un anuncio que generó cierta confusión inicial y generó discusión en torno a su uso en el transporte.

Andrea González coge el autobús urbano a diario entre el centro de Oviedo y La Corredoria. «La situación ya dura bastante, la gente está muy cansada y llevarla en un viaje largo, como puede ser ir a Madrid o a Andalucía, que son más de 6 horas, te congestionas». Defiende el autocontrol: «Si sientes que estás malo o que te sientes mal, pues por responsabilidad personal póntela si quieres. Pero cuando han pasado ya dos años, creo que va sobrando un poco. También me ha pasado olvidarla y tener que dar la vuelta a casa«.

En la línea urbana de Oviedo también viaja a diario Pilar Fernández, quien es de la misma opinión. «En el supermercado hay colas y estamos encima unos de otros sin ella. Entiendo que en un hospital o en un ambulatorio haya que llevarla, pero no en un autobús». La mujer es más precavida: «Siempre llevo dos de repuesto en el bolso, porque se te puede olvidar. Ya vi a mucha gente que no pudo coger el transporte público porque venía sin mascarilla«.

El taxista Juan Manuel Álvarez agradece la obligatoriedad por su profesión, al mantener contacto diario con muchas personas distintas: «Es verdad que hay quien tiene muy asentado, que ya no se usa en casi ningún sitio, pero yo siempre tengo unas cuantas, en el coche, para que, dependiendo de cómo me entre la gente, dársela o no. Pero sí, hay veces que no dejamos subir al taxi si no llevan».

Su compañera de profesión Reyes García opina lo contrario: «Creo que, a estas alturas, es algo inútil. Yo llevo mampara, las ventanillas abiertas y los clientes van detrás; no tenemos ningún roce. El otro día perdí una carrera por culpa de la mascarilla; la señora no la llevaba y no quería subirse. Le dije que a mí me daba igual, pero me dijo que no». García ve ridículo también ponerla en la farmacia y no en otro comercio como la carnicería

. «Hay que usarla en hospitales y punto. Es mantenernos amordazados», zanja.

Otra taxistaSonia Menéndez, también la rechaza. «Para mí, es una lucha con los clientes, sobre todo por la noche, porque no la traen, no la quieren poner, etc. Yo llevaba aquí algunas para venderlas en caso de necesidad y no me la quieren pagar. Se la ofreces y te dicen: “¿Qué encima me la vas a cobrar?”», describe. Cree que sería mejor que fuera opcional: «En un taxi hay buena ventilación. Yo exijo la mascarilla porque, si permites que no la pongan los clientes, supuestamente hay sanción«.

Alicia Borges coge habitualmente el transporte público y considera que está bien protegerse: «Más ahora, porque con este nuevo bono gratuito que se ha sacado, va a haber muchísima gente en los trenes. Considero que es acertado mantenerla. Yo uso todos los días el transporte».

Un habitual del tren, Hugo Sánchez, opina lo mismo. «No todo el mundo sigue la evolución del covid. Por ejemplo, donde estamos ahora (vestíbulo de la estación de tren de Oviedo) también deberíamos llevarla, porque, aunque no es el tren o las vías, no es un sitio abierto y con ventilación y estás compartiendo un espacio público con muchas personas a las que no conoces». Otros, como María Luisa Fernández, no solo aplauden su uso en el transporte, sino que la lleva donde no obligan: «Si hay muchas personas, la pongo. Incluso en el súper».

 

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