El taxi sufre nuevos sabotajes en el aeropuerto San Pablo de Sevilla

Las amenazas a conductores y los pinchazos de neumáticos se suceden en el aeropuerto de San Pablo, Sevilla, una práctica desgraciadamente habitual entre un grupo de taxistas que intentan imponer un monopolio en la terminal.

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Taxistas en la parada del aeropuerto, en una imagen de archivo. / Juan Carlos Muñoz

Durante la semana pasada hubo varios vehículos pinchados. Mientras tanto, otro grupo de taxistas ha emprendido una campaña de presión contra el paro convocado el día 23. Esta protesta contra el intrusismo, que estaba prevista también para la mañana del 30 de diciembre, está ahora en el aire, después de que un número importante de taxistas hayan anunciado ya que no van a seguirla. La primera asociación en dar ese paso fue Foro Taxi Libre, que el pasado viernes se desvinculó de la concentración al entender que no iba a favor de los intereses generales del sector, sino solamente del grupo que presta servicio en el aeropuerto de San Pablo.

El paro se anunció un día después de que se conociera que varios taxistas de este colectivo fueron denunciados por la Policía Local por cobros abusivos a turistas. En los últimos días han vuelto a recrudecerse los sabotajes a taxis en el aeropuerto, tanto a los vehículos que van a recoger a los clientes ya contratados previamente como a los propios taxistas que rinden en la parada del aeropuerto.

Diario de Sevilla habló ayer con un profesional del sector que ha sufrido pinchazos de neumáticos en cuatro ocasiones desde el pasado mes de octubre. Las cuatro veces ocurrieron en la parada de taxis concertados, el lugar habilitado en el aeropuerto para que los taxistas puedan recoger a los clientes contratados previamente. Esta práctica es absolutamente legal y así la contempla el Reglamento del Taxi. El colectivo de taxistas que presta servicio en San Pablo la considera, sin embargo, como un tipo de intrusismo, al igual que ocurre con los vehículos de empresas o de hoteles que acuden a recoger a sus clientes a la terminal.

Este taxista, que prefiere permanecer en el anonimato, se ha visto obligado a llevar a su esposa consigo para que permanezca junto al coche y así evitar que le pinchen las ruedas mientras él se ausenta en busca del cliente. Asegura que siente una enorme impotencia y lamenta que no haya una cámara de videovigilancia en el aeropuerto para poder identificar a los agresores.

Hace unos meses el taxi de otro profesional del sector fue rociado con decapante, además de los clásicos pinchazos en las cuatro ruedas.

Fuente: Diario de Sevilla

 

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