Toda la flota de taxis de Austria estará compuesta por vehículos eléctricos a finales de año

Austria tendrá que cambiar sus taxis a eléctricos este año y esta solución técnica espera resolver el problema de la recarga.

Dos empresas austríacas apuestan por una solución de recarga en las paradas en las que el taxista ni siquiera tiene que bajarse del vehículo.

El problema de las etiquetas no es algo local, de algunos municipios españoles, y afecta a toda Europa. En Austria, donde el 99 por ciento de los taxis son diésel, tienen un año para cambiar todos los vehículos a «cero emisiones». De poco sirvieron las subvenciones de 8.000 euros que se iniciaron en 2016 durante tres años para arrancar la reconversión. No había suficiente oferta de modelos, pero ahora que la hay, el escollo está en los puntos de recarga para los taxis.

Solución de recarga «casera», sin cables

Tanto las autoridades estatales como locales tenían claro que establecer puntos de recarga era una prioridad. Un taxi en ciudad recorre unos 150 a 200 km diarios y siempre debe disponer de suficiente batería como para no afectar a la velocidad o alcance posible en cada carrera. En invierno, por sí sola, la calefacción puede consumir durante una hora en torno al 10 por ciento de la batería: en ocho horas de turno, solo combatir el frío esperando clientes en la parada dejaría tiritando a la batería. Recargar sin demoras durante el turno y de forma cómoda se hace imprescindible.

La solución más innovadora para la recarga en las paradas de taxis es casera, que no artesanal: la han presentado dos empresa austriacas, con sedes en la ciudad donde nació el padre del motor Wankel y en Graz, referencia en el automóvil por empresas como Magna (que igual producía Mercedes G, que Audi TT o Peugeot RCZ, Jaguar i-Pace o Toyota Supra y ahora han virado 180 grados a la electromovilidad) o de AVL, la empresa referente en medición de contaminantes y en estudios de combustión que han aplicado la mayoría de fabricantes de automoción.

Recarga conductiva, mejor que inductiva

El taxista no tiene que bajarse del vehículo. No hay cables. A la recarga no la afecta la lluvia, ni la nieve. La tecnología de la empresa easylink/Keba obliga a transformar el vehículo, como sucede la recarga inductiva, pero no se necesita estacionar de manera milimétrica sobre el punto de recarga para obtener la máxima eficiencia. Lo llaman «Matrix Charging», y consiste en una placa cuadrada llena de elementos metálicos de contacto. Desde la parte inferior del vehículo, un pedúnculo desciende sobre la placa y cierra el circuito para que se inicie la recarga de la batería.

La clave del sistema son los contactos, que recuerdan los dientes de una lamprea o una anguila, para establecer la conexión. Al descender, con su movimiento giratorio «barre» la superficie y junto al soplado de aire, desalojan posibles objetos que hayan quedado sobre la placa.

Según sus creadores, consiguen una eficiencia en la recarga de un 99 por ciento y pueden proporcionar recargas a 22 kW en alterna o a 50 kW en continua. La potencia puede duplicarse en caso de coches dotados de sistemas eléctricos a 800 voltios, hasta los 100 kW. La placa de recarga soporta un peso de 2.500 kilos y previsiblemente se enterrarán en el asfalto para quedar enrasadas con éste. En este caso, la conexión con el punto de suministro también deberá quedar bajo el firme.

A lo largo del año 2024, algo más un centenar de taxis realizarán pruebas para validar el sistema para eTaxi, por ahora con Ioniq 5 y Volkswagen ID.4. Sus creadores declaran tener un coste muy bajo si se compara con los sistemas inductivos y que su mecanismo de recarga se puede adaptar al 90 por ciento de los modelos eléctricos actuales.

El Economista

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